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Lituania ofrece al visitante la oportunidad de conocer la realidad histórica y presente del Báltico. El país tiene una interesante cultura y un ánimo digno de compartir. Las ciudades, y no sólo la capital son vivas, y los paisajes naturales muy atractivos para recorrer. Del mar a la montaña encontrará el viajero numerosos rincones.
Lituania se caracteriza por sus más 35 por ciento, del territorio nacional, de bosques. La fauna y la flora es la propia de los países bálticos.
Atravesada por el Río Neris, y rodeada de un espacio verde sin igual, esta preciosa capital báltica encandilará al visitante. Sus calles pintorescas le llevarán a lugares llenos de historia.
Empezaremos nuestro recorrido por la Catedral y la Torre de Guedimino, de ladrillos rojos, que se alza sobre la colina y el castillo. Destacan en el interior la Capilla de San Kazimieras y su cúpula barroca. Los alrededores están cubiertos de jardines adornados con frescos religiosos.
Entre los museos destacan el Museo de Etnografía e Historia y el Museo Decorativo y Artes Aplicadas. Cerca de allí las Tres Cruces, dominan la ciudad. Otro de los edificios religiosos interesantes es la Iglesia de los Santos Pedro y Pablo.
En la parte antigua de la ciudad se encuentran algunos sitios muy interesantes, entre ellos destacamos: la Universidad, la Iglesia de San Juan, el Palacio del Obispo, el Museo Mickiewicz, el Museo de Arquitectura, la Iglesia de Santa Ana, el Ayuntamiento, el Museo de Arte Lituano, el Instituto de Arte Contemporáneo, la Iglesia de San Kazimieras, la Iglesia de Santa Teresa y las Puertas del Alba.
En la parte nueva de la ciudad también encontrará lugares interesantes como el Museo del Genocidio del pueblo Lituano, el edificio del Parlamento, el parque Vingio y el Museo del Estado de Lituania.
Cerca de la capital podrá visitar algunas interesantes localidades como Paneria, Trakai, Castles y Karaites.
Letonia es la República Báltica menos frecuentada por el turismo, y por ello, la que mejor conserva su esencia tradicional: en algunas aldeas perviven costumbres ancestrales, heredadas de los primeros pobladores de estas tierras.
Entre los numerosos atractivos de Letonia cabe destacar la ciudad de Riga, con su centro histórico medieval y sus desmesurados edificios modernistas, las regiones de Liepaja y Ventspils y los innumerables parajes naturales de interés que se reparten por todo el territorio: doce mil ríos, dos mil trescientos lagos y más de doscientos espacios protegidos.
Riga, la capital de Letonia, está situada en el estuario del río Daugava y es la ciudad más grande del país y de los Estados vecinos de Estonia y Lituania. Gracias a su riqueza histórica y arquitectónica, así como a su gran vitalidad cultural, constituye el principal atractivo turístico de Letonia. La parte antigua, de origen medieval, se diferencia claramente de la zona moderna, cuyos edificios modernistas han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La ciudad antigua hunde sus raíces en el siglo XIII y forma un conjunto fascinante que se ha mantenido a salvo de incendios, bombardeos y saqueos; algunos de sus edificios más significativos han sido restaurados para preservar todo el encanto de su arquitectura medieval. Entre las construcciones de carácter religioso, destaca la catedral luterana de Santa María, la de mayores dimensiones de los Estados del Báltico; es famosa por su excelente acústica y por su órgano de 6.718 tubos, uno de los más grandes de Europa. La iglesia de San Pedro, de estilo gótico, fue en su tiempo el edificio de madera más alto del continente. De la iglesia de Santiago se dice que, al pasar ante ella una esposa infiel, tañía por iniciativa propia la campana de los Desdichados Pecadores. También revisten interés la iglesia de San Juan, la de Grebenshchicoga (1814), donde se reúnen quienes profesan el culto de los Antiguos Creyentes, y el antiguo templo calvinista de la Reforma, que funciona actualmente como sala de conciertos y restaurante.
La arquitectura civil y militar tiene sus principales exponentes en el castillo (siglo XIV), residencia oficial del presidente de la República, en los talleres artesanales de origen medieval convertidos en galerías de arte o en museos, en mansiones burguesas como la Casa Mencendorf (siglo XVIII), decorada con frescos y con maderas talladas, y en plazas como la de Doma Lukims, que concentra la animación en las tardes de verano gracias a sus terrazas y a sus barbacoas al aire libre.
La ciudad nueva, de finales del siglo XIX y comienzos del XX, ofrece un contrapunto colorista y desenfadado a la ciudad vieja. Sus calles albergan el mayor repertorio de arte modernista de Europa. Constituye un lugar irrepetible por su elegancia y por la cuidada selección de colores y formas. Al pasear por esta parte de la ciudad se descubren fachadas con bajorrelieves espectaculares, así como esculturas, frescos y balcones que mezclan motivos exóticos con elementos de la tradición letona. Merece la pena contemplar con detenimiento los adornos, de una creatividad y una originalidad insuperables: figuras humanas, representaciones de animales (monos, ranas, lobos, osos, leones) y efigies de seres mitológicos (esfinges, dragones, gorgonas). Todo ello está dispuesto con aparente arbitrariedad, pero también con un equilibrio sorprendente.
De la dinámica vida cultural de Riga da fe la multitud de salas de conciertos, galerías de arte y teatros que jalonan las calles de la ciudad.
Este país es una república situada al noroeste de Europa que limita al norte con el golfo de Finlandia, al este con Rusia, al sur con Letonia y al oeste con el mar Báltico.
Todo el país es una llanura deprimida, cuya altitud media no supera los 50 metros (el lugar más elevado es de sólo 318 metros).
Además cuenta con una gran cantidad de terreno pantanoso (algo más del 20% de todo el país) y otro 5% compuesto por lagos y embalses. Una serie de pequeñas colinas que van desde el norte al sur, muestran que en la zona tuvo lugar una antigua glaciación.
En la capital destaca la belleza arquitectónica de todo su casco antiguo, que está claramente influenciado por las culturas que han dominado el país a lo largo de los siglos. Destacan monumentos como el Castillo de Domberg (construido en el siglo XIII por el fundador de la ciudad, Valdemar II), el Castillo de Toompea (el lugar de reunión del Parlamento), el Parque de Kadriorg y su palacio construido para Pedro el Grande (además, detrás de este palacio se encuentra la casa-museo de Pedro el Grande).
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